El territorio conocido como Palestina es motivo de luchas desde hace casi un siglo, y especialmente a raíz de la creación del estado de Israel en 1948 y el abortado nacimiento del estado árabe palestino.
En este lugar diferentes pueblos y civilizaciones se instalaron creando una realidad multiétnica que pervive hasta hoy a la vez que se le suma el gran valor simbólico, al considerarse cuna de tres grandes religiones monoteístas que siguen viéndolo como su lugar fundacional.
Actualmente el conflicto israelo-palestino es uno de los más complejos del contexto internacional y la principal clave de la inestabilidad en Oriente Medio.
Durante estos últimos años la población Palestina ha visto como el proceso de paz se ha atrasado y las medidas previstas no se han cumplido, mientras que sus condiciones de vida se deterioran día a día.
Estas últimas semanas asistimos a observar el escenario de muerte y destrucción transformándonos en “espectadores” de los ataques llevados a cabo por Israel en la Franja de Gaza ; 400 bebés y menores de edad muertos junto a otros cientos de palestinos inocentes que lo único que hacían era intentar vivir en paz y libertad.
El dolor no tiene bandera, ni religión y es por eso que en este sentido la mayoría de nosotros aspiramos a una convivencia pacifica entre personas de culturas distintas e incluso religiones.
Sin embargo, la sensación de que la gran mayoría de los acontecimientos que conocemos a través de los medios de comunicación sólo muestran una parte está presente.
Comparar culturas siempre es mala idea y en los atentados mueren miles de personas inocentes. Hay guerras que se muestran como choques de “civilizaciones” cuando lo que está presente son otro tipo de intereses.
Por eso es preciso comprender que la transformación de la sociedad no puede darse con el uso de la violencia, debemos imaginar formas para reducirla, apelar a lo mejor de cada persona, cada pueblo para construir, para alcanzar un futuro sin muertes absurdas. Que guerra sea solamente una palabra y no una manera de vivir.
En este lugar diferentes pueblos y civilizaciones se instalaron creando una realidad multiétnica que pervive hasta hoy a la vez que se le suma el gran valor simbólico, al considerarse cuna de tres grandes religiones monoteístas que siguen viéndolo como su lugar fundacional.
Actualmente el conflicto israelo-palestino es uno de los más complejos del contexto internacional y la principal clave de la inestabilidad en Oriente Medio.
Durante estos últimos años la población Palestina ha visto como el proceso de paz se ha atrasado y las medidas previstas no se han cumplido, mientras que sus condiciones de vida se deterioran día a día.
Estas últimas semanas asistimos a observar el escenario de muerte y destrucción transformándonos en “espectadores” de los ataques llevados a cabo por Israel en la Franja de Gaza ; 400 bebés y menores de edad muertos junto a otros cientos de palestinos inocentes que lo único que hacían era intentar vivir en paz y libertad.
El dolor no tiene bandera, ni religión y es por eso que en este sentido la mayoría de nosotros aspiramos a una convivencia pacifica entre personas de culturas distintas e incluso religiones.
Sin embargo, la sensación de que la gran mayoría de los acontecimientos que conocemos a través de los medios de comunicación sólo muestran una parte está presente.
Comparar culturas siempre es mala idea y en los atentados mueren miles de personas inocentes. Hay guerras que se muestran como choques de “civilizaciones” cuando lo que está presente son otro tipo de intereses.
Por eso es preciso comprender que la transformación de la sociedad no puede darse con el uso de la violencia, debemos imaginar formas para reducirla, apelar a lo mejor de cada persona, cada pueblo para construir, para alcanzar un futuro sin muertes absurdas. Que guerra sea solamente una palabra y no una manera de vivir.
2 comentarios:
Hola Sole. Muy linda tu columna. Un abrazo.
GRACIAS!!, ARIEL???
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